Historia

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NOMBRE DE LA INSTITUCIÓN

 

El 1 de Diciembre de 1909 durante la presidencia de Figueroa Alcorta y siendo Ministro de Instrucción Pública de la Nación el Dr. Rómulo S. Naón, se decreta la fundación de

 la Escuela de Artes y Oficios de Catamarca.

En el momento de su creación la Escuela contó con los siguientes oficios: Canastería, Carpintería, Encuadernación, Escultura, Herrería, mecánica, Talabartería y un curso anexo de Trabajo Manual para Maestros. Todos estos corresponden al primer plan de estudios cuya vigencia abarca desde Marzo de 1910 hasta noviembre de 1918, las condiciones de ingresos por aquellos tiempos eran: tener 12 años de edad y certificado de aprobación del 3° grado de las escuelas comunes, las carreras contaban con una duración de 2 años y se otorgaba un certificado de competencia en la especialidad y Profesor de Trabajos Manuales.

        Desde 1914 hasta 1933 la institución recibe el nombre de “Escuela Nacional de Artes y Oficios” Anexa profesional de Mujeres de Catamarca, desde entonces fue recibiendo distinta denominaciones.

        Desde 1934 hasta 1949 “Escuela Nacional de Artes y Oficios de Catamarca".

        Desde 1949 hasta 1961 “Escuela Industrial de Nación".

        Desde 1961 hasta 1964 “Escuela Nacional de Educación Técnica 1 de Catamarca".

        Desde 1964 al 1966 “E.N.E.T. N° 1 Catamarca".

        Entre los años 1966 y 1974 simplemente “E.N.E.T. N° 1 de Catamarca".

 

        El 31 de octubre de 1974 por resolución 2048 del CO.N.E.T. se resuelve asignar el nombre de “Prof. Vicente García Aguilera” a la Escuela de Educación Técnica N° 1 de Catamarca.

        Dada la necesidad de dotarla de un nombre de relevancia para el quehacer cultural de la provincia, fueron consultadas las autoridades de la Escuela y la Junta de Estudios Históricos de Catamarca, quienes consideraron relevante el nombre de este educador, de origen chileno que actuó en Catamarca en el siglo pasado realizando valiosos aportes para la educación provincial y nacional..

         El primer Director que condujo los pasos de la Escuela fue el Sr. Carlos M. Hordh quien se desempeñó desde 1909 hasta 1917 y en su homenaje la biblioteca de la escuela lleva su nombre.

         En el año 1972 por Ley 19832 se da creación a la Universidad Nacional de Catamarca y se transfiere a dicho establecimiento la Escuela Industrial (E.N.E.T. N°1) hasta entonces dependiente del Ministerio de Cultura de la Nación.

 

 

Prof. Vicente García Aguilera

 

 

Vicente García Aguilera ocupó cargos importantes en la cartera educativa, colaboró en la redacción de la primera Ley de Educación de la provincia, la primera sancionada en el país, y anterior a la Ley de Educación Común. También redactó el Reglamento Interno para la Educación Primaria hacia 1871

 

Datos biográficos

 

        Vicente García Aguilera, educador chileno. Nació en Santiago en 1834. Se ha consagrado a la educación del pueblo con un éxito brillante, primero en Chile, y más tarde en la República Argentina. En Chile dirigió con notable éxito la Escuela Modelo de la Recoleta; redactó su texto de enseñanza; obtuvo el gran premio universitario en 1860, y fue  promovido al empleo de visitador general de escuelas de la provincia de Atacama, cargo que desempeñó con singular habilidad y contracción, hasta que el gobierno de San Juan (República Argentina) le llamó para encargarle la dirección de la instrucción primaria de aquella provincia. Allí organizó y fundó la Escuela Sarmiento, especie de liceo en que se enseñan idiomas y matemáticas, fue nombrado en seguida inspector general del ramo, organizó esta oficina, y emprendió en ella trabajos importantísimos.

        Fue después director de instrucción pública del gobierno de Catamarca. En esta provincia trabajó con igual éxito y empeño en la mejora y organización del ramo que le fue encomendado.

        En la ciudad de Córdoba dejó huellas de su paso, con la creación de un Colegio Privado y desde donde en 1889, al enterarse de la muerte de su dilecto amigo Don Fidel Mardoqueo Castro, escribe a manera de homenaje un brillante artículo a su memoria. Desde allí pasó a la ciudad de Santa Fe, donde se pierden sus rastros, quizá porque ha llegado al final de su camino.

        Antes que los argentinos contáramos con su presencia física en nuestra patria, la Provincia de San Juan en el año 1866 adopta para sus escuelas primarias su libro titulado “El Libro de las Escuelas”, que fue una colección de trozos de literatura en prosa y verso, recopilados, traducidos y originales del autor y que mereció la aprobación de la Universidad Nacional de Chile, con la firma de su rector Andrés Bello en el año 1859.

        El año 1871 constituye para Catamarca el hito fundamental que señala el comienzo de su lucha por la alfabetización de su pueblo; contó para ello con los servicios de este apasionado educador que, traído por D. Lindor Sotomayor, a quien seguramente conoció cuando éste realizaba estudios de minas en la capital chilena. Se iniciaba de esta manera a transitar por los senderos de la educación, instrumento indispensable para conseguir la grandeza de los pueblos.

        Producto de este impulso vital es la Ley de Educación Común para la Prov. De Catamarca, que ese año se sanciona. Seguramente lleva ella impresa, además de los conocimientos técnicos de García Aguilera, su alma de educador consumado. Por el art. 1 de este instrumento legal, se le designa Inspector General de Escuelas, y en el ejercicio de esta función recorre a lomo de mula durante tres meses los caminos de la provincia; no sólo tenía por misión auscultar la realidad educativa, sino que además analiza el contexto socioeconómico donde aquella se desarrolla. Como resultado de este fatigoso peregrinar son sus conocidas “Memorias” sobre el estado de la educación popular en la Provincia en el año 1871, las que inicia expresando: “Señor Ministro: En cumplimiento de mi deber me es grato dar cuenta al P. E. por el digno órgano de S. S. de la marcha de la Educación común en la provincia y de las escuelas confiadas a mi cuidado, en el año escolar que ha terminado. Ellas no han quedado estacionarios en el medio del movimiento regenerador que en el sentido de la educación del pueblo, se está operando en la República”. Realiza un amplio informe de las 36 escuelas existentes, de su ubicación, de sus alumnos y preceptores. Se entusiasma con esa realidad, pero no por ello deja de comprender los inconvenientes y los obstáculos en el camino que transita, así nos expresa en algún pasaje de sus “Memorias”: “Han concurrido 3033 alumnos y nada hubiera sido más fácil que reunir 5000 educandos, empero no tenemos casas bastante espaciosas para nuestras escuelas, ni el número de éstas es suficiente ya”. Pero los pueblos de los lugares que visita en actitud de justicia y de agradecimiento por haber comprendido las motivaciones del sacrificado educador pone en ejercicio su dinámica creadora, la que recibe el reconocimiento del Docente cuando dice: “el espíritu público de los diferentes vecindarios se pone en acción para ayudar al gobierno en su empresa”, y continúa “acabo de recorrer los departamentos del Oeste de la Provincia y he podido convencerme que en la mayor parte hay una excelente disposición para cooperar en pro de los intereses de la educación”… “cada día sus escuelas se mejoran en su casa y mobiliario y el preceptorado se instruye”. Se apasiona con el funcionamiento de las 15 Comisiones Escolares electivas, creadas por la ley de Educación, cuya función primordial fue la de administrar y distribuir el fondo propio, expresando respecto a ellas “el espíritu de esta disposición es dar a cada vecindario una participación directa en la marcha de la educación, sacar a ésta de la tutela de los gobiernos, para que sea el pueblo, la sociedad quien se encargue de velar por su progreso y desarrollo”. Con este criterio, donde pueden tener cabida las modernas concepciones de Comunidad Educativa, elabora el Proyecto de Reglamento para funcionamiento de las mismas, que a manera de síntesis transcribimos algunas de sus disposiciones referidas al capítulo de las atribuciones de sus miembros que dicen. “Proponer la reforma parcial o innovación del plan de estudios en algunas o todas las escuelas de su distrito, tomando en consideración las condiciones de cada lugar”; “Ejercer vigilancia sobre el trato que se da a los alumnos en lo que sea relativo a la enseñanza o trato disciplinal y acordar y remediar los abusos que notare”; “Reconvenir a los maestros que no cumplieran con su deber, acordando suspenderlos por un mes o bien separarlos definitivamente” (para mayor abundancia puede consultarse copia del proyecto insertado al final de este trabajo).

        El 21 de julio de 1874 se sanciona el Reglamento Interno y Plan de Enseñanza para las Escuelas Públicas de Educación Común para la Prov. de Catamarca, obra trascendente de García Aguilera, que marcará el rumbo hacia las modernas concepciones de la Educación popular. Trasunta la misma una profunda sensibilidad social, un acendrado amor a la niñez, cimentados sobre sólidos principios morales y religiosos, expresando en este sentido que “las Escuelas urbanas deben situarse en el centro de los barrios habitados por la parte más pobre del vecindario y en edificios sanos, limpios y apartados de cuarteles, hospitales u otro establecimiento que puedan ser perjudiciales a la salud y moralidad de los niños” y afirmando su religiosidad continúa , “todas las escuelas deben tener un crucifijo o una cruz visible y que se colocará en la pared del preceptor”. La lectura del art´. 23 de este Reglamento nos produce la admiración que suscitan los grandes visionarios, pues sus previsiones contienen un mensaje que nos transporta hacia los modernos conceptos de la escuela activa, donde la educación más que enseñanza es aprendizaje, donde el educando no es un simple receptor de conocimientos sino un protagonista del proceso educativo, al recomendar a los preceptores “que en todos los ramos que enseñen procurarán ser ante todo muy prácticos en sus procedimientos, obligando a pensar a sus alumnos y teniendo presente que debe hacerse trabajar más el entendimiento que la memoria”. Consciente del dramático problema que representa la deserción escolar, especialmente en épocas de cosechas o de siembra en que los padres se ven forzados a retirar a sus hijos de las escuelas, a fin de aumentar los esfuerzos en esa tarea vital de lograr el diario sustento, dispone en el Art. 63 con el fin de atenuar sus consecuencias los siguientes: “como la clase pobre se ve frecuentemente obligada a retirar sus hijos de la escuela demasiado pronto, procurarán los maestros promover especialmente los adelantos de esta 2da división, a fin de que los niños de 10 años precisados a dejar la escuela puedan aumentar por sí o conservar con pequeño esfuerzo lo que hubieren aprendido.

        Los sólidos principios morales que definían la personalidad de este notable docente, estaban plasmados en algunas de las disposiciones de este Reglamento, pudiendo citar a manera de ejemplo aquella que dispone que “Los preceptores no podrán exigir emolumento”, “deben procurar las buenas costumbres, hábitos de trabajo, de moralidad, de aseo y de orden, sin lo cual toda educación es ilusoria”.

        Estas ideas son ampliadas en su libro “el Manual del Preceptor”, donde se refleja en forma decisiva los cánones de una rígida moral cristiana, así nos expresa por ejemplo “Sin verdadera educación del corazón de nada valen las luces y los conocimientos con que se afanen para ilustrar la inteligencia”, y agrega “El preceptor reúne en sí tres caracteres diferentes: el padre, el sacerdote y el maestro. Debe infundir el amor al orden, el respeto a las leyes y al derecho ajeno. Combatirá la envidia, la ingratitud y el egoísmo”.

        La obra educativa de D. Vicente García Aguilera, había trascendido los límites geográficos de su existencia física, siendo considerado por la conducción política del país, como uno de los eslabones importantes en la organización de la cultura nacional, de allí que, en el año 1875 por Decreto del Presidente de la Nación Dr. Nicolás Avellaneda, se le designa Vice-Rector del Colegio Nacional de La Rioja y en el mes de noviembre del mismo año Rector y Director de Estudios del mismo Establecimiento. Sus multifacéticas inquietudes, ligadas por cierto a la cultura, le permiten distinguirse en este período riojano como un gran editor. Merecen además citarse sus informes anuales sobre la labor educativa y referidas a la realidad socioeconómicas de la Provincia y sus habitantes, que ocuparon un destacado lugar en las “Memorias de Instrucción Pública”, que se presentaban al Parlamento. Como una prueba más de la preocupación pública de esta apasionada existencia, queremos dejar constancia, que por Decreto del gobierno provincial del 14 de julio de 1875, fue designado Presidente de la Comisión encargada de “adquirir los objetos dignos de que figuren” en la Exposición Internacional que debía inaugurarse en Filadelfia el 19 de Abril del año 1876. (Este decreto figura en el Archivo Oficial de la Prov. de La Rioja). Terminada su actuación en                         La Rioja, es requerido inmediatamente por la Prov. de Santiago del Estero, donde se le designa Rector del Colegio Nacional, cargo que desempeñará hasta el año 1884.

        Continúa transitando por el ardoroso camino impuesto por la educación del pueblo, su causa fundamental, pasó por Córdoba instruyendo, llegó a Santa Fe, seguramente con los mismos propósitos, porque fueron su vida, y encontró presumiblemente allí la tumba como punto final de su apasionada existencia.

        Su Labor Literaria Teniendo presente las investigaciones realizadas por Rafael González sobre la tarea bibliográfica de este gran maestro, podemos consignar que su labor como escritor se inicia en la 2da. Mitad del siglo XIX, oportunidad en que publica la 1ra. edición de “El Libro de las Escuelas”, el cual fue adoptado por el gobierno chileno para sus escuelas primarias en el año 1864, haciendo lo propio el gobierno de la Prov. de San Juan en el año 1866.

        En el año 1871 durante su estancia en Catamarca, colaboró eficazmente en la elaboración de la Ley de Educación para la Prov. de Catamarca. Redactó el Reglamento Interno y el Plan de Enseñanza para las Escuelas Públicas de Educación Común, el que fue sancionado el 21 de Agosto de 1874.. Publicó además sus Memorias, donde realiza un exhaustivo análisis de la realidad educativa de la Provincia. Participó activamente como editor y colaborador en la revista quincenal “Los Anales de Educación de la Provincia de Catamarca”.

        En el año 1875, en oportunidad en que se desempeñaba como Rector del Colegio Nacional de La Rioja publica “El Manual de Preceptor Argentino”, obra ésta donde resume claramente la concepción pedagógica y religiosa de García Aguilera. Corresponde a este período su “Alfabetología castellana”, que consiste en un método analítico de lectura gradual, cuya última parte está dedicada a la Doctrina Cristiana. En el año 1882 mientras se encontraba en Santiago del Estero al frente del Colegio Nacional publica “El Nuevo Sarmiento”, método gradual de la lectura y escritura simultánea, donde se percibe la gran influencia del educador argentino. Esta obra además de la bondad de su método se distingue por los toques de atención que realiza, así por ejemplo dice “Al maestro: mirar, pensar, hablar, escribir, leer”. En materia pedagógica podemos citar a una de sus obras más importantes el “Tratado de Pedagogía”, texto éste que es adoptado para perfeccionar a sus maestros por el gobierno de la Provincia de Catamarca, según Decreto firmado por el Sr. Gobernador         Don Octaviano Navarro y su Ministro Don Vicente Bascoy, expresando en sus considerandos “… este importante trabajo contribuirá eficazmente a mejorar las aptitudes de los preceptores de las escuelas”. Dejamos consignados otros trabajos anteriores a 1868, cuyos títulos aparecen en la contratapa de la 6ta edición del “Libro de las Escuelas”, siendo ellos los siguientes: “Estudios Históricos”; “Prolegómenos de Geografía”; “Tratado completo de Aritmética”; “Catecismo de la Religión Cristiana”. Esta ha sido su obra y su acción al servicio de la Educación de los pueblos.

 

 

DEPENDENCIA

 

        En el año 1972 por Ley 19832 se da creación a la Universidad Nacional de Catamarca y se transfiere a dicho establecimiento la Escuela Industrial (E.N.E.T. N°1) hasta entonces dependiente del Ministerio de Cultura de la Nación.

Se inició un largo proceso de cuarenta años de doble dependencia de la Escuela: al Ministerio de Educación provincial y a La Universidad Nacional de Catamarca, hasta que se produjo la definitiva transferencia a la Universidad el 1 de Julio de 2012.

        La Escuela E.N.E.T. N°1 depende de la Secretaría Académica de la Universidad.